El Cristianismo original o el Islam actual como remedio a los males de nuestra sociedad
El Islam no puede ser permisivo con las transgresiones de la ley, sobre todo aquellas que vulneran los derechos humanos.
El amor a Dios no es suficiente, si no se complementa con el amor a nuestro prójimo.
Tampoco el Islam ofrece la salvación automática sólo por fe, si ésta no se complementa con las buenas obras.
Esta salvación automática con sólo creer; ese pedir individual, a Dios, sin considerar a nuestro prójimo; esa falta de solidaridad humana; esa constante crítica a los que tienen Religiones diferentes, enviándolos irremediablemente al infierno, no importando las buenas obras que hagan; ese desagradecimiento a los que te hacen favores; esa constante crítica al Ecumenismo, que es básicamente “Unidad en la Diversidad”; ese llamado a todos los delincuentes de todo calibre, que son salvos aunque sigan delinquiendo, con sólo aceptar a Jesús, porque la “Sangre del Cordero ya limpió sus pecados; pasados, presentes y futuros; no importa lo malo que han hecho, y aunque sigan delinquiendo; esta transformación de la caridad en codicia, multiplicando materialmente la limosna al mismo dador, cuando la caridad es básicamente ayudar a nuestro prójimo sin esperar nada a cambio; esa división arbitraria entre los hijos de Dios, hijos de la luz (una religión específica) y los hijos de Satanás, hijos de las tinieblas (todas las demás); esa presión sobre los fieles de votar sobre la línea política de un dirigente, en lugar de dejarlo a la opinión personal de cada uno; ese predicar con la mentira y la manipulación; esa posición soberbia de exigirle a Dios un favor, en vez de suplicarle con sumisión y respeto; esa insistencia de dárselo todo a la Iglesia en lugar de hacer caridad propia; ese egoísmo de ser raptado, no importando quien se quede en la Tierra, aunque sean los propios hijos y su cónyuge; esa crueldad de que el Arrebatamiento hará caer aviones, buses, trenes, etc., al abismo, no permitiendo a los que se queden, oportunidad de sobrevivir o luchar por su supervivencia; esa tranquilidad al decirlo, con indiferencia o incluso con gozo, ante el dolor ajeno; esa indiferencia ante la problemática nacional, ese comportamiento negativo con fieles de otras Religiones, etc., etc., etc.
Definitivamente todo lo anterior no es el Mensaje de Jesús, ya que Él predicó con la Verdad, la Caridad y la Justicia. Nosotros consideramos que las prédicas anteriores están haciendo más daño a la Sociedad, que las diferencias políticas, o problemas económicos.
Un cristianismo tal como lo enseñó Jesús, podría ser la solución a la problemática en la cual está inmerso nuestro sufrido pueblo, que está perdiendo poco a poco, la solidaridad, la bondad, la justicia, la tolerancia, la hermandad, la caridad, el amor, la concordia e incluso la compasión, con nuestros semejantes.
La política de “Sálvese quien pueda” se ha cambiado por algo aun más tenebroso: “Me salvo yo y que se hundan los demás”; y el trabajo y el esfuerzo se están sustituyendo por el premio fácil e inmerecido.
No hay duda que aunque creamos que hemos mejorado y que somos salvos y seguros de alcanzar el éxito y la prosperidad en esta vida y la salvación para la otra, sin realizar esfuerzo alguno y sin buenas obras, estamos totalmente equivocados. Por eso es que estamos mal y que cada día estamos peor, a pesar del crecimiento religioso.
Si no hay un cambio radical en la prédica de ese nuevo Cristianismo, la solución que queda, es el Islam.
Como hemos explicado en diferentes pasajes de este Libro, el Islam es básicamente ese Cristianismo original; y sus enseñanzas y exigencias son similares.
¿Qué les queda a los fundamentalistas? Pues criticar al Islam, descalificándolo como colaborador en la solución de la problemática nacional: con el engaño, la calumnia, la mentira, la provocación; la desinformación; artimañas que usa Satanás, el maligno y mentiroso.
Quiera Dios, el Supremo Hacedor del Universo, se apiade y proteja a nuestro afligido pueblo.